domingo, 15 de septiembre de 2013




El amor (Monte Plata)
Eva Palencia

Mi amiga se ha enamorado. Su sonrisa es fácil y amplia, sus ojos vivos y alegres, su piel brilla y su cuerpo es más etéreo. La miro y la envidio porque para ella el pasado no existe, se ha olvidado de todo, hasta de sí misma, y sólo quiere volar.



Colores (Santo Domingo)

Reconozco que me volvía loca, no durante todo el tiempo, sólo a ratos. A veces la luz era tan potente que los colores me cegaban pero, si conseguía aguantar, recuperaba la vista y entraba en otra dimensión. Dudaba de la realidad de las cosas que me rodeaban y tocándolas descubría que estaban allí, frente a mí, viviendo al margen de lo que yo pudiera pensar o creer. No sabía que hubiese mundos tan diferentes dentro del mío y por eso sospechaba pero cuando conseguí calmarme  abrí los ojos de par en par y me dediqué simplemente a ver y a sentir.


Cielos (Península de Samaná)
Eva Palencia

He estado en Punta Bonita, en el norte de la República Dominicana, y cada tarde el espectáculo era sobrecogedor. Justo antes de ponerse el sol el cielo se incendiaba transformándose continuamente. Allí, rodeada de mar y sin apartar la vista de un horizonte embriagador, la piel se me erizaba y me temblaba el corazón. Era difícil digerir tanta belleza, incluso peligroso presenciarla. Ahora, de vuelta a mi paisaje, me quedan las fotos.



sábado, 1 de junio de 2013





Retrato (Hinojal)
Eva Palencia

Tengo varios miedos. En algunos casos no conozco la procedencia de los mismos. Vuelvo al pasado, a la infancia, y rastreo en busca de pistas. A veces, de forma inesperada, aparece un recuerdo que es la clave de uno esos miedos. Conocer el origen facilita mucho las cosas porque ahora puedo ver lo acontecido de forma diferente y disolver los traumas, o al menos intentarlo.
Creo que a partir de ahora para mí los perros no serán un problema. Eso espero.

miércoles, 29 de mayo de 2013




El mar en Lloret
Eva Palencia

Hay días en que una fuerza maligna se apodera de mí y quiere destruir todo lo que importa, o casi todo. Trato de dominarla y controlarla pero no puedo  y me debato entre el bien y el mal y el mal prevalece. Por la noche la fuerza se debilita y por la mañana creo estar libre pero no es así y reaparece. Siempre es cuestión de días hasta que de pronto ya no está pero yo estoy cansada y con la ilusión mermada.

domingo, 26 de mayo de 2013





Plantas silvestres (La Granja de Yunquera)
Eva Palencia

Yo antes dibujaba plantas. Solía salir al campo, sobre todo en otoño, a recoger plantas secas. Las conocía todas, o casi todas, y en casa, en mi mesa de dibujo, las desplegaba y me pasaba horas observándolas y dándoles vida en el papel. Escogía aquéllas cuyas formas me inspiraban. Cuando me trasladaba a nuevas regiones, las formas cambiaban y mis dibujos se enriquecían con la novedad.
Ahora, con mi cámara, no tengo que esperar al otoño, y les robo el color a todas esas flores que ahora adornan los campos. Empezaré a dibujarlas de nuevo.

miércoles, 1 de mayo de 2013

La Puente (Hinojal)
Eva Palencia


En la revisión de las dieciséis semanas el ginecólogo me desveló que tendría otro niño. Yo había fantaseado con la idea de tener una hija esta vez. Pensaba en comprarle ropa bonita, en trenzarle el pelo como hacía mi madre cuando yo era pequeña, en que me acompañase a ir de tiendas al hacerse más mayor, en compartir con ella las tribulaciones típicas del sexo femenino. También, tengo que reconocer, aunque me pese, que subyacía  en mi la idea de que los hijos son más independientes y llega un momento en el que no quieren saber mucho de sus familias de origen y las hijas, por otra parte, son más fieles y nunca se van del todo. No tenía mucho sentido que  después de tanto trabajo, renuncias y entrega  ellos se marchasen y sólo quedase la llamada de teléfono de los domingos y las reuniones navideñas. ¿Merecía realmente la pena? 
Como siempre, me anteponía a los acontecimientos.

De Cuando cierro los ojos  de Eva Palencia

lunes, 29 de abril de 2013


Abrazo (La Granja de Yunquera)
Juan Miguel Fernández-Balboa

Al abrazar a un árbol me gusta cerrar los ojos y el pensamiento. A través de la piel conecto con la corteza y puedo sentir las corrientes interiores que recorren de forma precipitada el tronco. Hay una energía que traspasa el árbol y recoge mi cuerpo y hay otra que traspasa mi cuerpo y recoge el árbol. Hay una conexión muy profunda e imposible de explicar.

domingo, 28 de abril de 2013


Castillo de Loarre 
Eva Palencia

Adoro este poema de Borges:
                  
               Instantes

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios. 
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos. 
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora. 
Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano. 
Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante. 
Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.



lunes, 8 de abril de 2013


Los Mayos de Riglos (Huesca)
Eva Palencia


Al principio todo fue como en la ficción: ansiaba verlo y cuando estaba con él el tiempo dejaba de ser lo que había sido hasta entonces para ampliarse y extenderse y hacerse infinito. Nos pasábamos las tardes enteras en su habitación (él se negaba a perderse las clases de la mañana) besándonos, acariciándonos, volviéndonos locos, charlando, imaginando, durmiendo, volviendo a empezar. Cuando llegaban sus compañeros y rompían nuestra intimidad con sus voces yo regresaba a mi piso y , agotada, me metía en la cama para seguir soñando. No es de extrañar que al acabar el curso mis notas fuesen desastrosas y mi padre me amenazase con dejar de pagar mis estudios si no conseguía aprobar en septiembre.



De Cuando cierro los ojos de Eva Palencia

domingo, 7 de abril de 2013





Hierba (cerca de La Foz de Lumbier)
Eva Palencia

Ha estado lloviendo durante tanto tiempo que el campo no podía con tanta agua. Los arroyos corrían desbocados surcando tierras nuevas. Si salía el sol la hierba crecía varios centímetros por segundo y se teñía de un verde muy puro. Los corderos recién nacidos saltaban del susto al jugueteo y tropezándose caían en los charcos y la lana de sus cuerpos se volvía marrón. Las montañas parecían más azules que nunca y los árboles más nuevos. Aún sigue lloviendo.

miércoles, 3 de abril de 2013


 



Hojas (Dibujo a pastel)
Eva Palencia


Varias horas frente a una planta te alejan del mundo real, ese en el que coincidimos la mayoría, y te introducen en el mundo atemporal. A mí me encanta este otro mundo, un mundo personal que no se comparte con nadie y a la vez tampoco con una misma porque está situado en un espacio común a todo y a todos. En este lugar no existe el dolor ni el sufrimiento, no existe el pasado o el futuro. Es un mundo de color y luz en el que es sumamente fácil ser feliz. Yo me refugio en él, muy a menudo.





Olite (Navarra)
Eva Palencia

Desde el castillo se ve todo el pueblo. Olite es un pueblo medieval en el que el tiempo no se ha detenido pero avanza con menos brío. Las piedras son lentas y no tienen prisa. Yo, como ellas, me voy deteniendo y cada vez me interesa menos llegar al siguiente destino. Me demoro en el momento presente y disfruto de lo mínimo.

viernes, 1 de febrero de 2013


Camden Town Market (Londres)
Eva Palencia

Sé que parezco fría, tú me lo dices a veces, pero no lo soy. Aunque no pueda pronunciar palabras dulces, sonreír o abrazarte, hay corrientes profundas paseando todo mi cuerpo y mi alma. No te creas lo que ves, cierra los ojos e intenta sentirme desde tu estómago o tu corazón. Yo no soy fría, soy cálida como lo es la palma de la mano, como el sol de invierno, como las almohadas. Olvídate de lo que sabes y comienza a aprenderme de nuevo.

En el aire
Eva Palencia

He soñado que volaba. Subía a una especie de balsa con gente desconocida y desde allí observaba la ciudad. Me impresionaba la cúpula de la catedral y lo cerca que pasábamos de ella; también lo diferente que era todo desde arriba, mucho más bello. Sentía unas sensaciones irreconocibles, de un enorme bienestar. No quise despertar, pero sucedió y, contrariada, me fui al aeropuerto a continuar mi sueño.

domingo, 20 de enero de 2013


Heridas
Eva Palencia

Pasó el fin de semana fuera y al regresar, por el estrés de la semana que comenzaba, se olvidó se regar la planta . Debido a las temperaturas invernales Juan cogió frío y tuvo que pedir la baja y meterse en cama durante un par de días, hasta que la fiebre remitió. La planta comenzó a secarse sin que él se percatase de ello. Cuando lo advirtió aún no era demasiado tarde y la regó y estuvo bastante pendiente para intentar salvarla. Finalmente lo consiguió pero la planta nunca volvió a recuperar el vigor y la belleza de antes. Algunas de sus hojas mostraban su descuido y su olvido. Desgraciadamente, de nada le sirvió esta experiencia puesto que, al cabo de poco tiempo, la historia se repitió de nuevo pero, esta vez, la que empezó a secarse fue su novia.

sábado, 12 de enero de 2013


Copas vacías
Eva Palencia

En Navidades el estómago manda. Hay comida por todas partes: marisco, bandejas de turrones y mazapanes, vino, champán... Habrá gente hambrienta y yo he tenido la suerte de comer y comer, la suerte, incluso, de tener dolor de tripa por haberme pasado. Da igual, en Navidad es así. Familia, niños, conversaciones continuas, gente y más gente. En enero reaparece la realidad de cada uno, una realidad más silenciosa, más solitaria, menos esperanzadora, la fiesta da paso a la tortura de los vaqueros que no entran, al encuentro con la compañera de trabajo amargada y al despertador.

Las seis y media (Lloret de Mar)
Eva Palencia

Al ver que el día declinaba salimos de casa y, corriendo, sin parar, llegamos a la playa. El mar comenzaba a engullir al sol y disparamos precipitadamente una y otra vez para quedarnos con el agua y las montañas, con las nubes dispersas, con esos colores contundentes. Cada uno de nosotros, cámara en mano, se olvidó de los demás, y de sí mismo, para, durante esos breves instantes, asir el momento, detener el tiempo y viajar hacia ese horizonte que continuamente se transformaba.