miércoles, 31 de agosto de 2011


La piscina del hotel (Salou)
Eva Palencia

Hace cuatro años comencé a nadar habitualmente. Me di cuenta que nadando podía abandonar mi mente junto a la toalla y así dejar de pensar. También, a veces, asombrosamente, conseguía quitarme el corazón antes de zambullirme y dejaba de sufrir durante treinta largos. Nadar me salvó. Por eso, desde entonces, cuando viajo me aseguro que todos los hoteles a los que voy tengan piscina, por si acaso, de repente, la vida intenta ahogarme de nuevo.

martes, 9 de agosto de 2011


Lavanda (La Provenza)
Juan Miguel Fernández

Hoy he vuelto a casa y, al salir al patio, me he asustado al ver el canalón hecho pedazos. He supuesto que un fuerte viento lo ha tirado y despedazado contra las plantas que yo había colocado unas al lado de las otras, para que se refrescasen y acompañasen en mi ausencia. De haber estado allí, quién sabe, podría haberme caído en la cabeza y haberme matado. No lo he recogido y, con sumo cuidado, he cerrado la puerta del patio y he vuelto a marcharme sin deshacer la maleta, convencida de que aún no ha llegado el momento de convertirme en quien suelo ser.
Eva Palencia.

lunes, 1 de agosto de 2011



Saintes Maries de la Mer
Eva Palencia

Me gustan los deportes de riesgo aunque yo no practico ninguno. Cuando conozco a gente que hace alpinismo, se tira en paracaídas o se lanza desde un puente, la observo y luego paso al interrogatorio. ¿Por qué?
La respuesta suele ser vaga y yo sigo con mis cuestionamientos. Creo que me gusta la gente rara, en toda la amplitud del adjetivo. Creo que no entender tiene sentido.