domingo, 23 de octubre de 2011


Autorretrato
Eva Palencia

A mí también me pasa, no me gusto en las fotos. No sé... la expresión de la boca, el perfil, la ropa del día en cuestión... no hay manera. ¿Así soy yo? Me pregunto continuamente. ¿Por qué las fotos me muestran tan diferente a como suelo verme en el espejo? No es que me apasione mi imagen reflejada, pero reconozco que muchas veces me satisface, por ejemplo, con el pelo recién lavado, cuando me arreglo para salir, algunos días en los que tengo una mirada más brillante y una piel más limpia.
Puede que me intimide la mirada de los demás al posar y me sea imposible mostrar naturalidad. Para descartar opciones me he encuadrado a mí misma y me he mirado a los ojos como si en realidad no estuviese ante el objetivo sino tras él, desdoblándome. El resultado sigue siendo raro. ¿Esa soy yo?

sábado, 22 de octubre de 2011



Trozos del Paraíso
Eva Palencia

Fuimos hasta Valdesotos, a una media hora de Guadalajara. Hacía calor, del tipo pasado ya de estación, un poco pegajoso. Nada más llegar comenzamos a andar por el camino, con la comida a cuestas. Al minuto Samuel quería comer y paramos cerca del puente, al lado del arroyo. Tortilla, mejillones y poco más. Tiramos piedras al agua y fotografié las hojas de colores de una higuera. Continuamos hasta perdernos. Al cabo de un tiempo conseguí encontrar el paso de piedras que cruza al otro lado del arroyo y que, entre una vegetación casi imposible, conduce a la cascada y a la poza de plata. Nos quedamos allí durante un buen rato, extasiados, y luego volvimos.

domingo, 16 de octubre de 2011


El tiempo
Sara Gómez

Soy diferente a como era hace unos años. Muy diferene. Ya no sueño las mismas cosas. Mi mente deambula por sitios distintos a los elegidos antes. Mi cara ha cambiado. Mi cuerpo es más pequeño. Mis manos se parecen a las de mi madre. Ya no soy yo, la qué tú conociste, la que yo conocí. Ahora he perdido el miedo, completamente. ¿Qué más puede pasarme? Sólo esa angustia permanece, esa que solía tener al despertarme.

Finca Río Negro (Cogolludo)
Eva Palencia

Hay lugares que enseguida te enganchan, nada más llegar a ellos se te pegan a la piel. Hay otros, en cambio, que se acercan con un leve roce, de puntillas. Pero con el paso del tiempo éstos también acaban atravesando la epidermis y penetrando en lo profundo del ser, de forma lenta. Yo he tardado mucho en darme cuenta de que debía ser paciente y dejarme acariciar por estos paisajes, simplemente eso.

domingo, 9 de octubre de 2011


La soledad de Lemon.
Eva Palencia

Samuel había acabado su cena y se disponía a prepararse el postre. Yo, más lenta, seguía entretenida con el filete y las noticias de la noche. De pronto, Samuel se puso ante mí y con cara compungida me dijo:
- Mamá, ha sucedido algo.
- ¿Qué has hecho esta vez?¿se te ha vertido la leche?
- No, algo peor. Creo que Orange se ha muerto. No se mueve.
Me levanté rápidamente y entré en la cocina. En efecto, no abría la boca, ni batía las aletas. No se desplazaba de un lado a otro, no rozaba las paresdes de la pecera con los labios ni giraba su pequeño cuerpo repentinamente cuando yo golpeaba suavemente la pecera con mis dedos. No hacía ninguna de esas cosas que solía hacer desde que lo habíamos traído a casa, cinco días atrás, desde que había empezado a convertirse en una presencia habitual, en parte de nuestra rutina y nuestra vida. Había dejado de ser y ahora siemplemente estaba.
Samuel se sentía un poco triste, no demasiado. Yo no sabía si tenía que sentir algo.
-¿Qué hacemos mamá, lo enterramos?
-Si,claro.
Lo cogimos y después de repasar las posibilidades decidimos poner su cuerpo al lado de la lavanda que habíamos plantado a la entrada de la casa. Seguidamente lo cubrimos con la tierra y tras lavarnos las manos nos plantamos delante de Lemon a observar cómo se desplazaba de un lado a otro ya sin compañía.

martes, 4 de octubre de 2011


Orange y Lemon
Eva Palencia

Estos peces ahora viven conmigo. Samuel se empeñó en comprarlos y no pude negarme. Por las mañanas, mientras desayuno, me dedico a mirarlos. Se mueven lentamente, la pecera no da para más, abren la boca continuamente, nunca cierran los ojos. Creo que ellos no pueden verme, simplemente, supongo, sienten mi presencia y se asustan cuando pongo mi dedo delante de sus narices, si es que tienen narices.
A las tres, que es cuando Samuel regresa del instituto, les damos de comer. A veces Orange se traga prácticamente todo dejando a Lemon mustio. Otros días sucede justo lo contrario.
Nos imaginamos que se llevan bien, que se están haciendo amigos, pero no sé yo, en el fondo creo que comienzan a no soportarse. Demasiado tiempo juntos sin prácticamente nada que hacer.