Mira estas fotos y dime qué te hacen sentir, pensar, qué te sugieren, si te gustan o no, si te conmueven, si te recuerdan algo, si te resultan cercanas, cálidas o frías, si te producen rechazo, si no te producen nada. Aquí podrás ver fotos de cielos y estrellas, de montañas, de pájaros y hormigas, de lagos , de manos y labios, de todo lo imaginable. También podrás ver tus fotos y hablarnos de ellas y leer lo que los demás quieran decir.
domingo, 20 de enero de 2013
Heridas
Eva Palencia
Pasó el fin de semana fuera y al regresar, por el estrés de la semana que comenzaba, se olvidó se regar la planta . Debido a las temperaturas invernales Juan cogió frío y tuvo que pedir la baja y meterse en cama durante un par de días, hasta que la fiebre remitió. La planta comenzó a secarse sin que él se percatase de ello. Cuando lo advirtió aún no era demasiado tarde y la regó y estuvo bastante pendiente para intentar salvarla. Finalmente lo consiguió pero la planta nunca volvió a recuperar el vigor y la belleza de antes. Algunas de sus hojas mostraban su descuido y su olvido. Desgraciadamente, de nada le sirvió esta experiencia puesto que, al cabo de poco tiempo, la historia se repitió de nuevo pero, esta vez, la que empezó a secarse fue su novia.
sábado, 12 de enero de 2013
Copas vacías
Eva Palencia
En Navidades el estómago manda. Hay comida por todas partes: marisco, bandejas de turrones y mazapanes, vino, champán... Habrá gente hambrienta y yo he tenido la suerte de comer y comer, la suerte, incluso, de tener dolor de tripa por haberme pasado. Da igual, en Navidad es así. Familia, niños, conversaciones continuas, gente y más gente. En enero reaparece la realidad de cada uno, una realidad más silenciosa, más solitaria, menos esperanzadora, la fiesta da paso a la tortura de los vaqueros que no entran, al encuentro con la compañera de trabajo amargada y al despertador.
Las seis y media (Lloret de Mar)
Eva Palencia
Al ver que el día declinaba salimos de casa y, corriendo, sin parar, llegamos a la playa. El mar comenzaba a engullir al sol y disparamos precipitadamente una y otra vez para quedarnos con el agua y las montañas, con las nubes dispersas, con esos colores contundentes. Cada uno de nosotros, cámara en mano, se olvidó de los demás, y de sí mismo, para, durante esos breves instantes, asir el momento, detener el tiempo y viajar hacia ese horizonte que continuamente se transformaba.
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