domingo, 15 de septiembre de 2013




El amor (Monte Plata)
Eva Palencia

Mi amiga se ha enamorado. Su sonrisa es fácil y amplia, sus ojos vivos y alegres, su piel brilla y su cuerpo es más etéreo. La miro y la envidio porque para ella el pasado no existe, se ha olvidado de todo, hasta de sí misma, y sólo quiere volar.



Colores (Santo Domingo)

Reconozco que me volvía loca, no durante todo el tiempo, sólo a ratos. A veces la luz era tan potente que los colores me cegaban pero, si conseguía aguantar, recuperaba la vista y entraba en otra dimensión. Dudaba de la realidad de las cosas que me rodeaban y tocándolas descubría que estaban allí, frente a mí, viviendo al margen de lo que yo pudiera pensar o creer. No sabía que hubiese mundos tan diferentes dentro del mío y por eso sospechaba pero cuando conseguí calmarme  abrí los ojos de par en par y me dediqué simplemente a ver y a sentir.


Cielos (Península de Samaná)
Eva Palencia

He estado en Punta Bonita, en el norte de la República Dominicana, y cada tarde el espectáculo era sobrecogedor. Justo antes de ponerse el sol el cielo se incendiaba transformándose continuamente. Allí, rodeada de mar y sin apartar la vista de un horizonte embriagador, la piel se me erizaba y me temblaba el corazón. Era difícil digerir tanta belleza, incluso peligroso presenciarla. Ahora, de vuelta a mi paisaje, me quedan las fotos.