lunes, 25 de abril de 2011


Rodeando el Lago de Bañolas
Eva Palencia

Ya hablamos poco, comentamos las cosas del dia a dia, el tiempo que hace, lo que ha dicho mi hermana, lo que vamos a comer o cenar. Para qué hablar a estas alturas. Son demasiados años compartiendo el despertador, las tardes del domingo, las desgracias comunes y las que no lo son y que han acabado siéndolo. No hay fronteras entre nosotros, sólo transparencias.
Caminamos al unísono y del brazo y me gusta mucho más de lo que me gustaba antes, cuando todo era un misterio.

viernes, 15 de abril de 2011


Suavidad
Sara Gómez

Hoy me he despertado a las siete y cuarto, como casi siempre, y no me he levantado hasta y media. Ese cuarto de hora es una eternidad que me amenaza a diario, cada vez que, por sumirme en experincias que no pertenecen ni al sueño ni a la vigilia, pierdo la noción del tiempo y luego, entre topezones y prisas, consigo no llegar tarde al trabajo.
Tengo una buena relación con las sábanas y mantas de mi cama. Las quiero y me adoran. Nos abrazamos cada noche y así nos despertamos. Ellas me hacen soñar y yo las acompaño en esa soledad que sufren las cosas. Nos llevamos muy bien y, por eso, nos añoramos en la distancia. Mañana, por ejemplo, las echaré de menos, pero sólo en parte, pues aunque mañana ya no estaré en mi casa, ni en mi cama, podré prolongar mis sueños, mi tiempo nocturno, y también esos minutos tan extraños que preceden a la activación de mis extremidades.
Me voy de vacaciones.

sábado, 9 de abril de 2011


El agua está fría
Sara Gómez

No sé qué hacer. Hace frio pero no mucho y además estoy completamente sola. Problemas, ninguno, el vestido mojado y poco más. Puedo adentrarme unos metros y si no lo aguando me salgo. Aunque no lo creo. Cuando empiezo a nadar me convierto en pez. Mi mente se derrite y se fusiona con todo ese agua y me entero de cosas, esas cosas que en el mundo seco no se saben y tampoco importan. Voy a atreverme porque quiero ser una arriesgada, que no se diga de mí que fui pusilánime y que no opté por la via de los sentidos. Todos los sentidos, los conocidos y los que no tienen nombre como el sentido del mar, que yo poseo...
¡Qué maravilla!

lunes, 4 de abril de 2011


Siesta
Juan Gálvez

Hace mucho tiempo, en verano, mis padres se echaban la siesta en su habitación mientras mis hermanos y yo enredábamos en el patio. Inundábamos hormigueros, desalábamos moscas, chinchábamos a mi hermana pequeña hasta hacerla llorar y luego, con gran esfuerzo, conseguíamos que se calmase y que no despertara a mis padres. Cuando me aburría de tanta tontería me metía en la casa y me tumbaba en el pasillo, para sentir el frescor del suelo de cemento sobre mi espalda. Mi gata se acercaba a mí y recorría mi cuerpo con su suave lomo, pidiendo una caricia.