viernes, 21 de mayo de 2010


Corazonderocío
Jesús de los Reyes

Estuve estudiando toda la tarde y salí a despejarme. En la calle hacía frío. La cafetería del parque estaba aún más sola que de costubre. Frente a mí un hombre leía un libro junto a su taza. Lo miré y me miró. Sorbí el té y me hice la despistada. Al segundo, sin querer, volví a mirar y me encontré con su alma. Al cabo de, no sé, mucho tiempo, el hombre se fue. Me acerqué a la ventana para verlo desaparecer lentamente, para acostumbrarme a su pérdida. Ya no me dolía la cabeza pero sí el corazón.

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