domingo, 6 de noviembre de 2011


Muy cerca
Eva Palencia

Entro en el baño y antes de cerrar la puerta la veo cruzar el pasillo, de luto, como iba siempre. Sin mirarme desaparece y, cuando salgo para comprobar si estoy loca, percibo su olor.

Desde el salón la observo entretenida comiendo en la cocina, absorta en la tarea de dejar los huesos de pollo más limpios que una patena, sonriéndome de perfil.

Antes de dormirme, mi espalda roza la suya, como lo hacía cuando era pequeña y, después de cenar, me acercaba a su casa para que no durmiese sola y no se pasase la noche entera llorando la muerte de su hija, mi tía Mery.

Mi abuela se fue hace demasiados años pero, por suerte, nunca ha dejado de volver.

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