lunes, 4 de abril de 2011


Siesta
Juan Gálvez

Hace mucho tiempo, en verano, mis padres se echaban la siesta en su habitación mientras mis hermanos y yo enredábamos en el patio. Inundábamos hormigueros, desalábamos moscas, chinchábamos a mi hermana pequeña hasta hacerla llorar y luego, con gran esfuerzo, conseguíamos que se calmase y que no despertara a mis padres. Cuando me aburría de tanta tontería me metía en la casa y me tumbaba en el pasillo, para sentir el frescor del suelo de cemento sobre mi espalda. Mi gata se acercaba a mí y recorría mi cuerpo con su suave lomo, pidiendo una caricia.

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