jueves, 3 de febrero de 2011


El salto (Túnez)
Eva Palencia

Hace trece años abrí los ojos y me encontré con la cara de mi hijo recién nacido. Me quedé mirándole mientras dormía durante una hora, pensando en lo guapo que era, en las ganas que tenía de levantarme y abrazarlo, en la imposibilidad de hacerlo por el dolor del abdomen. Hoy ha sonado el despertador a las siete y cuarto, como casi siempre, y me he plantado junto a su cama y, entre el flequillo que no consigue tapar los granos de la frente, una nariz múcho más grande, unos labios abultados por los brackets recién puestos, y unas mejillas casi tan sonrosadas como las del primer día, ha vuelto a embelesarme como entonces y hemos llegado tarde al colegio.

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